Después de escuchar a la Ministra de Turismo no me ha dejado
duda de que este año será el del conocimiento. Que conocimiento sobre números.
Los millones de espectadores que miran el Súper Tazón sobrepasan a la población
de Bolivia, Perú, Colombia y Ecuador. La cantidad de gente que querrá venir a
tomarse una foto con las tortugas Galápagos o escalar el precioso Cotopaxi.
Seguro que no habrá espacio en el hermoso tren que es el producto estrella de
esta Revolución que arrolla cual locomotora.
Solo me quedan algunas dudas. Primero: el Super Bowl, como juego
de fútbol de los Estados Unidos es un discurso nacionalista en dónde se explota
las barras y las estrellas, se recuerda a los veteranos de las múltiples
guerras de ese país, hay una muestra de poderío militar con aviones pintando el
cielo de azul y rojo y tiene un mensaje del presidente de los Estados Unidos.
Sin mencionar el himno nacional y American the Beauty que finaliza con el
típico Dios bendiga a América.
Eso implica que para analizar la audiencia que observará ese
juego no solo es necesario decir que son 113 millones de personas o que son más
que los humanos que habitan los países andinos. Es necesario entender que esa
audiencia tiene una tendencia conservadora de valores y formas de vida. Valores
y formas de vida que el presidente del Ecuador no se ha cansado de decir que
está en contra. Es cómo que salga una publicidad en los partidos trasmitidos
por los canales del gobierno pidiendo que ahorren en el Banco de Guayaquil. La
pregunta que nace con esto es ¿provocará admiración o rechazo esa publicidad?
También no es suficiente con decir que existen 60 vuelos
semanales entre Los Estados Unidos y Ecuador sino que se tiene que entender qué
tipo de vacaciones buscan las personas que observan el Súper Tazón. Que, según
la ministra son de un estrato social alto que tiene dinero para gastar. Es del
grupo que le gusta la aventura o son los que prefieren un todo incluido en una
playa del Caribe o en Disney. Seguro analizaron eso los grandes publicistas del
ministerio de turismo.
Es que no todo se soluciona con publicidad como ocurre en el
país. Para un espacio hegemónico blanco que alguien les diga que “todo lo que
necesitan es Ecuador”, el país del socialismo del siglo XXI, en uno de sus días
donde celebran su “dominio” (el otro es el 4 de julio) seguramente pasará a ser
una burla más que una comunicación efectiva.
El que suscribe este artículo desea estar equivocado y que
los trenes revolucionarios se llenen de gringos con sus cámaras de fotos pero de
no ser así no habrá agencia publicitaria que arregle el segundo bochorno del
Ecuador en los Estados Unidos. El primero fue la magnífica conferencia en
Harvard con el fluido inglés del humanista Correa.